La coma, ese signo de uso complejo que nos provoca tantos dolores de cabeza al corregir y al escribir. Es frágil, débil y delicada. Si falta o sobra, puede provocar ruidos en nuestro proceso comunicativo. Se vuelve dura, fuerte y agresiva. Una personalidad única y difícil de controlar.
Su uso depende de 2 factores básicos:
-La necesidad sintáctica, la cual obliga a marcar esta pausa.
-La subjetividad y la necesidad de expresarnos según nuestros propios deseos.
Esto quiero decir que en ciertos casos, el uso de la coma es obligatorio; en otros, puede añadirse por goce estético sin que se altere el sentido del texto.
Tendemos a identificar la coma con una pausa, y aunque por definición la representa, sin embargo, no toda coma la implica. Tampoco la ausencia de la coma indica que no la haya. Por ejemplo, la poesía, también a veces la prosa, en la que su entonación no depende de la ausencia o presencia de la coma.
Para que comiences a familiarizarte con ella, te indicamos sus funciones básicas:
1. Sirve para separar elementos de la oración o del sintagma que se encuentra dentro de una oración.
2. Encierra aclaraciones.
3. Señala omisiones, generalmente de verbos.
4. A veces, señala cambios en la entonación. En estos casos provoca el mismo efecto que la raya o el paréntesis.
5. En casos más técnicos, separa números.
Estos son los usos básicos de la coma. En próximas entradas, veremos cada uno de ellos de forma detallada.